¿O la Edad de la Separación?
Cuando nuestros hijos son pequeños, menos de dos años, hacen lo que se le pida con relativa facilidad. Cuando llegan a los Terribles dos o la Edad de la Separación, las madres y padres nos convertimos en una especie de fantasmas porque pareciera que no nos ven y mucho menos nos escuchan. Esto por supuesto es muy frustrante porque nuestro pequeño angelito(a) pareciera que desapareció.
La buena noticia es que el angelito(a) sigue allí, solo debemos volver a encontrarlo. Primero debemos reconocer que nuestro pequeño ya es un ser humano independiente, o por lo menos eso es lo que él o ella cree. En esta edad los niños se dan cuenta que pueden hacer las cosas por ellos mismos y que no nos necesitan.
Como podemos ayudarnos, porque al ayudar a nuestros hijos en esta etapa nos ayudamos nosotros mismos a tener un poquito más de tranquilidad. En el libro Your Child’s Self-Esteem de Dorothy Corkille Briggs nos da un par de sugerencias. Ella nos sugiere lo siguiente:
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Cree un ambiente adecuado a las necesidades del pequeño. Una casa a prueba de niños.
Aproximadamente a los tres meses de estar esperando a mi primer hijo pusimos las verjas en el apartamento donde vivimos. Tan pronto nació pusimos los protectores de toma corriente. Le pusimos puerta con llave a la cocina y cerramos donde estaban todos los desinfectantes. Para los servicios compramos unos aparatos de seguridad para que no pudieran abrirlo (esto solo fue con el primero). Es decir, arreglamos la casa para que estuviera a prueba de niños.
Pero lo importante de arreglar la casa a pueba de niños, es que el niño pueda moverse libremente por toda la casa y así darles su espacio, porque los terribles dos o la edad de la separación no es más que una lucha del niño(a) por poder hacer lo que él (ella) quiere cuando él (ella) quiere.
Debemos recordar que siempre hay que supervisarlos de cerca porque la imaginación de ellos no tiene límite. Recuerdo en una ocasión que mi segundo hijo se metió en la secadora y los otros dos estaban cerrándole la puerta, yo estaba en la cocina, por suerte cerca de ellos para darme cuenta de lo que estaba pasando.
2. Avisos anticipados de cinco minutos.
Esta sugerencia es excelente. Porque a veces ni para los adultos es fácil dejar de hacer una cosa para hacer otra. Por ejemplo, cuando la comida está servida muchas veces me toca llamar a mi esposo hasta tres veces para que deje de hacer lo que está haciendo y venga a comer. Imagínense lo que sucede con los niños.
Cuando es hora de dormir o de apagar la televisión podemos decirles ‘En 5 minutos es hora de apagar la luz’ o ‘Cuando se acaba la cómica que están viendo apagan la TV.’ Es decir, si queremos que se acuesten a las 8:00 pm, a las 7:50 pm le damos la primera advertencia ‘5 minutos más para apagar la luz’ y lo más probable es que después de los cinco primeros minutos nuestros hijos nos pidan ‘5 minutos más por favor.’ Al final los dos ganamos yo como madre logro que se acuesten a las 8:00 pm y ellos ganaron cuando pidieron ‘5 minutos más por favor’ y obtuvieron lo que pidieron.
Esta técnica de los cinco minutos todavía la utilizo con mis hijos y es súper efectiva. Cuando vamos a visitar a los abuelos y están viendo algo en la TV, unos 5 o 10 minutos antes que se acabe le decimos ‘Cuando se acabe nos vamos.’ A veces alguno protesta, lo cual es normal, pero ya en su mente se habían hecho la idea que solo le quedaban 5 minutos.
En la siguiente semana vamos a hablar sobre las otras dos sugerencias de Dorothy y algunas otras sugerencias mías. Por último los dejo con este párrafo escrito por Don Miguel Ruiz en su libro “The Four Agreements,”
Si vemos a un niño que es dos o tres, tal vez cuatro años de edad, nos encontramos con un ser humano libre. ¿Por qué es este ser humano es libre? Debido a que este ser humano hace lo que él o ella quiere hacer. Este ser humano es completamente salvaje. Al igual que una flor, un árbol o un animal que no ha sido domesticado – salvaje! Y si observamos a los seres humanos de dos años de edad, nos encontramos con que la mayoría de las veces estos seres humanos tienen una gran sonrisa en su rostro y se divierten. Ellos están explorando el mundo. Ellos no tienen miedo de jugar. Tienen miedo cuando se ven heridos, cuando tienen hambre, cuando algunas de sus necesidades no se cumplen pero no se preocupan por el pasado, no se preocupan por el futuro, sólo viven en el momento presente.
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